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Localización: Varias localidades

Caracterización general:

El río Guadalquivir pertenece a una de las cuencas principales de España y es el cauce en el que casi todas las aguas de Andalucía acaban muriendo. Su importancia en la Comarca de Gran Vega, con más de 100 Km de cauce principal, es aún mayor pues el territorio se vertebra de este a oeste a lo largo de la línea fluvial que traza el Guadalquivir. Históricamente, el río ha supuesto una vía de comunicación que ha permitido la entrada de mercancías y personas hasta tierra adentro; y desde luego, a lo largo de todo lo que es la comarca de Gran Vega. En tiempos prehistóricos y con turdetanos, tartesios y fenicios, pero sobre todo durante el Imperio Romano, el Guadalquivir se configuró como una de las zonas de asentamiento y vía de comunicación más importantes de una Hispania montañosa y falta de ríos navegables. Fue este hecho, unido a la fertilidad propiciada por las tierras bañadas por el Guadalquivir, lo que favoreció el florecimiento de la Civilización Romana como en pocos lugares del Imperio. Posteriormente, la civilización árabe encontró una especie de vergel en el valle del Guadalquivir al que le cambió su nombre latino, Betis, por el que ahora todos utilizamos, Guadalquivir, Río Grande. El intensivo asentamiento de los musulmanes y la asimilación de la población autóctona rivereña propiciaron una suerte de mestizaje que será una seña de identidad indeleble para el resto de la historia de Andalucía. Más tarde, con el avance de las tropas cristianas hacia el sur, este cauce se convirtió en frontera que los castellanos acabaron cruzando con las campañas de Fernando III a lo largo del siglo XIII. Pero, el Guadalquivir no dejó de ser una fuente de buenaventuras para los habitantes de sus orillas gracias a la fertilidad de sus tierras y recursos hídrico-forestales, además, al albergar la característica de río navegable, lo catapultó a un puesto capital en el Descubrimiento de América, siendo desde estas tierras donde se centralizó el comercio con el Nuevo Mundo. Sus gentes próximas fueron las que aportaron el mayor número de navegantes y exploradores para el Nuevo Mundo. De todas formas, la experiencia americana, con el cambio del monopolio del comercio con las Indias de Sevilla a Cádiz, se vio aminorada desde el siglo XVIII. Aún así el Guadalquivir continúo siendo el eje vertebrador de buena parte de la vida de los habitantes de sus orillas y de la comarca de la Vega en concreto.
Sus aceñas y molinos de agua siguieron moliendo el trigo y fueron el germen de lo que en el siglo XIX y XX, con la Revolución Industrial, fue una industria ligada al uso del cauce del río. Con la industrialización también llegó la energía eléctrica que el río proporcionó desde sus saltos de agua y presas, siendo, también, el medio de comunicación de los materiales de las canteras y las minas de los pueblos de sierra y presierra. El ferrocarril acabaría desbancando al río como medio de comunicación y su cruce se convirtió en un reto que se solucionó gracias a obras de ingeniería como los puentes, muchos de ellos realizados en hierro, son hoy considerados como bellos testimonios de ese tipo de arquitectura. Las tradiciones de los habitantes de la Vega tienen al río muy presente en sus romerías y fiestas. Abundan las relaciones con los lugares próximos al cauce principal o a secundarios, siendo resaltables los ritos de paso de los afluentes en las romerías. Hasta la gastronomía debe en parte su fisonomía a un río que produce a partir de su rico cauce cosechas de productos hortofrutícolas de gran calidad. No debemos olvidar la pesca en el río, a través de la cual, se han creado una serie de especialidades ligadas a los peces fluviales. Aunque las tradiciones artesanas ligadas a la alfarería han decaído mucho en las últimas décadas, los limos del Guadalquivir fueron una importante materia prima que alimentó las producciones de los artesanos del barro. Desde el punto de vista de la naturaleza la presencia de agua durante todo el año, favorece el desarrollo de una abundante vegetación de ribera, como chopos, cañas, zarzas, etc., de vital importancia para la biodiversidad. Este rico ecosistema lineal, mantiene todavía en algunos lugares privilegiados, las condiciones necesarias para que se den especies que en un principio, no están estrechamente ligadas a este biotopo. Entre las especies de la avifauna se pueden observar el pájaro moscón, la oropéndola, el rabilargo o los herrerillos y carboneros. Entre los mamíferos de pequeño tamaño se encuentran el tejón, la gineta, la liebre, el conejo, etc. Los grandes vertebrados están representados por ciervos y jabalíes en zonas de dehesa y monte. Las especies subacuáticas como el barbo, la boga y el cacho son las predominantes. El Río Guadalquivir del siglo XXI mantiene su centralidad en la vida de Gran Vega y Andalucía entera, sirviendo, en el caso de la comarca, para el aprovechamiento sobre todo de su potencial hídrico de cara al regadío, además de proporcionar energía eléctrica en sus saltos de agua y presas. No debemos olvidar que el uso de las aguas del cauce del Guadalquivir para el consumo humano es uno de las utilidades más substanciales. No obstante, no se puede pasar por alto que también sirve de vía de escape para los desechos de las ciudades aledañas. Los usos más modernos que se vienen dando tienen que ver con las prácticas en torno a la gran gama de actividades que proporciona el turismo, sin olvidarnos de las empresas instaladas en torno a los regadíos, dedicadas a la manipulación y elaboración de productos hortofrutícolas.

Valoración turística: imprescindible

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