1328181370_grandeLeyenda recogida por D. José Hinojo de la Rosa:

<< Ocurrió hace muchos años, cuando las Minas estaban en pleno funcionamiento y la explotación de carbón necesitaba gran cantidad de mano de obra para su extracción.

Muchos eran los vecinos que para poder subsistir dependían del trabajo en las Minas y de lo expuestos al peligro en que constantemente estaban sus vidas. En todas las casas de las familias donde había un trabajador minero se respiraba cierta angustia o temor ante la incertidumbre de que sus seres queridos no volvieran del trabajo con vida.

Uno de estos obreros, hijo del pueblo, llamado José Viera Martínez, con 30 años, casado y con tres hijos, quiso la mala fortuna que junto a otros quince compañeros dejaran sus vidas el día 1 de Septiembre de 1959. Ese día se produjo una explosión de gas grisú en el pozo nº 5 a 400 metros de profundidad. La muerte trágica de José fue para su familia una pérdida irreparable. Antonio, su viuda, tuvo que asumir todas las responsabilidades que lleva la administración de la casa.

Esta buena mujer tuvo que hacer miles de esfuerzos para estirar todos los meses la pequeña paga que le quedó por su viudedad. Con ella tenía que vestir y alimentar a dos hijas y un hijo. José era el nombre del varón, apenas conoció a su padre ya que era muy pequeño cuando este perdió la vida; por ser el menor, y además el único varón de la familia, recibía todas las atenciones de los suyos que, unidos en su desgracia, compartían con amor todo lo que poseían.

Su vivienda, situada en las casa que hay junto al puente de la Rivera, estaba bastante alejada del centro del pueblo, lo que motivaba que para ir al colegio u otros menesteres tenían que recorrer a diario y varias veces tan larga distancia.

En una de esas ocasiones el pequeño se retrasó en su vuelta del colegio y su madre mandó a buscarlo. Fue a Pili, la mayor de las hijas, la encargada de dicha misión, quien fue hasta la mitad del camino y a la altura de donde estaba la desparecida Fuente de la Rata encontró a su hermano. Al preguntarle en tono de reprimenda el por qué de su tardanza, el chiquillo le dijo que cuando iba para la casa un hombre le salió al encuentro, dándole dinero con el objeto de mandarle a que le comprara un paquete de tabaco, cosa que hizo de buen grado.

Su hermana le preguntó de nuevo que quién era ese hombre. A lo que el chico respondió señalando con la mano: “Aquél que va por allí”. Y cual no sería el asombro de Pili al ver que el hombre que su hermano le señaló era su difunto padre.

Ni que decir tiene que la pobre chica profirió toda clase de exclamaciones, gritando hasta desmayarse. Su madre, al escuchar los lamentos y gritos de la joven, acudió presta para ver lo que ocurría, y al enterarse de lo ocurrido quiso comprobar si era cierto. Al llegar al lugar de los hechos no encontró a nadie.

Todo hubiese quedado en el olvido ya que el tiempo todo lo cura, pero pasados unos días Pili aseguraba queso difunto padre seguía apareciéndosele, indicándole que se dirigiese al corralito de las gallinas de un cobertizo que allí había. Que en el suelo tenía enterrada una hucha con algunos ahorros. Tanto insistió la joven a su madre y comprobando que su hija hablaba con toda sinceridad, que decidieron hacer lo que el difunto quería, y tal como este indicaba fueron al lugar donde estaba enterrada la hucha.

Antonia, toda nerviosa y temblorosa, se puso a buscar en el sitio indicado por su hija y cuál no sería su asombro al comprobar que tras desenterrar un poco la arena, apareció una lata llena de monedas.

Este caso me da mucho que pensar, ya que los hechos sucedieron más o menos tal como los he narrado, tal como me fueron contados por los miembros de esta honrada y prestigiosa familia, de la que no pongo en duda la sinceridad de estas personas. Me pregunto, ya que creemos saberlo todo sin saber nada: ¿Hasta qué punto conocemos el límite entre la vida y la muerte? Y no dejo de pensar en cómo este buen padre, tras su trágica muerte en la Mina, quiso manifestarse a los suyos para indicarles dónde escondía sus ahorros y paliar así las necesidades de su familia. >>

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