Extraído de la Web: www.formaciontocina.org , en la sección de recuerdos. Nuestro agradecimiento a Blas Sánchez de Paco por facilitarnos la labor.
<< Estas señoras se encargaban en aquel tiempo de enseñar el catecismo a los niños del pueblo. Tendrían que haberse preocupado más por que tuvieran algo que comer ya que en aquellos años cincuenta llamados los del hambre, muchos de aquellos niños de Tocina se iban a la cama por las noches sin probar bocado alguno.
Las mencionadas damas, sabían de antemano que en pocos días iba a pasar por Tocina una imagen de la Virgen de Fátima camino del barrio de Los Rosales para la nueva Iglesia que habían construido allí, y en consecuencia, querían, con la complicidad del vecino supuestamente aún lesionado (se dejaba ver en algunas ocasiones por el pueblo ayudándose con dos muletas) hacerle ver a las gentes del pueblo que se había producido un milagro. Y, efectivamente, así sucedió. Aunque lógicamente la ciudadanía nunca se lo creyó.
Como ya estaba todo preparado, nos lo podemos imaginar, es de suponer que el señor párroco (que no recuerdo quien era) estuviese al tanto de todo. El caso fue que cuando la imagen de la Virgen de Fátima la llevaban en andas camino de Los Rosales, el supuesto inválido tiró las muletas y empezó a gritar ¡Milagro, Milagro! y las damas catequistas empezaron coma locas a corear lo mismo, ¡milagro, milagro! hasta desgañitarse.
Así sucedió y, así se lo cuento.>>